La potencia muscular
Si durante el descanso de su rutina de trabajo en el gimnasio usted se toma un segundo para observar, pronto notará a unos cuantos sujetos, la mayoría hombres, moviendo una gran cantidad de kilos y evidenciando un claro desarrollo muscular. Jamás dudaría de su fuerza (menos aun, de tener un pleito con ellos). Ahora bien, usted tampoco dudaría de la fuerza de un tenista de elite, cuya velocidad de saque supera los 100 km. por hora. Y es aquí donde aparece entonces la pregunta clave: ¿podrá el hombre del gimnasio realizar un saque tan veloz como el del tenista?
Aun si conocimientos específicos, usted ya sabe la respuesta: el fisicoculturista es mas “lento”. Pero lo cierto es que para entrar en tema, la afirmación debe cambiar de perspectiva: el tenista es más “potente”.
Este ejemplo es perfecto para entender el concepto de fuerza, ya que la fuerza no se manifiesta de una sola manera, sino de varias. El “tiempo” que esa fuerza tarde en presentarse es un indicador de potencia muscular. Cuando menos tiempo tarde, mayor potencia. Esto es así porque la potencia es el resultado de la relación existente entre fuerza y velocidad. Así llegamos a la conclusión de que la potencia es la capacidad de realizar un trabajo en el menor tiempo posible. En términos del entrenamiento deportivo, ser potente significa ser capaz de aplicar un gran fuerza a una gran velocidad y muy rápido.
Cuando hablamos de potencia muscular, hablamos de aumentar la fuerza a través del aumento de la velocidad y el achicamiento de los tiempos de ejecución. Si buscamos que nuestro deportista sea potente, es importante plantear ejercicios que demanden una ejecución explosiva, a expensas del único sistema energético capaz de sostenerlos: el anaeróbico aláctico. Este dato nos da la posibilidad de pensar en trabajos de corta duración y alta velocidad de ejecución, tal como sucede, por ejemplo, en el entrenamiento pliométrico.
Hoy, el concepto de “potencia” ha cobrado suma importancia en el ámbito de la preparación física. No es casualidad: un deportista necesita de la fuerza, pero también necesita expresar esa fuerza en el menor tiempo posible. Desde un saque de tenis a un remate de voley, desde un lanzamiento suspendido en handball hasta el salto en básquet, todo se reduce al acortamiento del tiempo de ejecución. Por lo tanto, un deportista vale mucho por ser fuerte, pero vale aun más por ser “potente”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario